En la Raza Morucha siempre se ha respetado la integridad de la cornamenta, salvo en determinadas ganaderías que sierran las puntas de los pitones a algunos ejemplares, para evitar lesiones en las refriegas entre los distintos animales.
En una explotación asociada se ha encontrado una novilla Morucha sin encornadura de nacimiento.
Existe un componente genético dentro de este hecho, puesto que habitualmente dicho carácter se transfiere a la descendencia, por lo que, de momento se realizará un seguimiento.
En la tranquila finca «Castro Enríquez», custodiada por la Diputación de Salamanca, la morucha ha sido una presencia constante a lo largo de los años.